17 de septiembre de 2019

Un saber sin saberlo

A todos nos ha pasado alguna vez que hemos tenido algún tipo de comportamiento, alguna reacción que nos ha sorprendido, sin saber muy bien por qué, hemos actuado de una determinada manera. Incluso hay rasgos de nuestro carácter, sean más positivos o más negativos, que tampoco sabemos muy bien por qué los poseemos, que en un momento dado nos han llamado la atención porque nos han importunado o, por el contrario, nos han gustado, cuando no es que los hallamos cultivado expresamente.

Decíamos en otro post la importancia que tiene en el desarrollo de cualquier ser vivo, en concreto del ser humano, aprender a sentir y aprender a percibir. Un proceso que, un poco como montado sobre sí mismo, depende de aprehender adecuadamente los estímulos que nos llegan del exterior, lo cual depende a su vez de las estructuras neurales del sujeto. Aquí se produce cierta circularidad, porque de un modo —digamos— dialógico, lo que percibimos va conformando nuestras estructuras neuro-sensitivas, y estas estructuras neuro-sensitivas influirán en aquello que percibamos. Un diálogo que no parte de cero, pues contamos con unas estructuras de fábrica, pero que están continuamente abiertas, es decir, en continuo diálogo con el entorno, el cual contribuirá no sólo a su formación, sino sobre todo a su continua configuración durante el resto de nuestras vidas. Si bien hay unos patrones generalizados propios de nuestra especie, no todos percibimos igual, ni mucho menos; diferencia que se acentúa conforme ascendemos en la complejidad de lo percibido. En todo este diálogo confluyen íntimamente lo fisiológico con lo simbólico, configurándose entre ambos procesos un modo personal.

Nuestra percepción no se agota en aquella información que recibimos de modo consciente. Continuamente estamos recibiendo información, aunque no seamos conscientes de ella. Es cierto que tenemos una capacidad de procesamiento limitada, algo que le ocurre a cualquier especie; pero en el seno de esa limitación, no toda se agota en lo consciente, sino que, a nivel no consciente, estamos recibiendo información de continuo.

Este dato es interesante, máxime cuando le podemos añadir el hecho de que los fenómenos de comprensión del mundo también pueden acontecer de modo no consciente, mediante procesos sub-simbólicos que se dan por debajo del flujo consciente, similares a los que entendemos que se dan en el resto de especies animales. Fijémonos que en los animales se dan procesos mediante los cuales se sitúan en su entorno, convirtiéndolo en su medio. Distintas especies pueden compartir un mismo entorno, pero poseer cada una su medio específico. Estos procesos, si bien no los podemos equiparar del todo a los que se dan en nosotros, sí que es cierto que les proporcionan ciertas herramientas cognitivo-emocionales, de bajo nivel, pero que les habilitan para relacionarse adecuadamente con él. La información es procesada no simbólicamente, sino sub-simbólicamente, pero es procesada también. Pues bien, como afirma Ledoux, este tipo de procesos sub-simbólicos se dan a su vez en el ser humano, además del procesamiento simbólico o conceptual específico de nuestra especie.

A nuestro alrededor se genera una gran cantidad de información, de la cual nosotros sólo captamos una parte en función de nuestras estructuras sensibles; y, a su vez, de la cual sólo captamos una parte aún más pequeña conscientemente. Pero el caso es que recibimos continuamente información de modo no consciente, información que no por ser no consciente, no deja de imprimir una huella en nosotros, todo lo contrario: se aloja en nuestro interior, la almacenamos memorísticamente mediante procesos sub-simbólicos, y en cualquier momento puede ser recuperada apareciendo en nuestro presente. La consecuencia de esto es fundamental: todo aquello que hemos recibido de modo no consciente durante nuestras vidas y que hemos procesado, también contribuye en el modo que tenemos de comportarnos en cualquier presente, pues se erige en una especie de depósito de información, significativa de algún modo, aunque no conceptual, que hemos ido almacenando con el paso de los años. Lo usual es que esta recuperación de la memoria no consciente, este aparecer de repente en nuestro presente, suela darse también de modo no voluntario. Pero aparece. Y este aparecer puede adoptar dos modos principales. Uno, más puntualmente, con motivo de cualquier situación, sin saber muy bien cómo ni por qué. Seguramente tal forma de comportarse, tal reacción, se aprendió en un momento determinado, y se ha producido una nueva situación que evoca aquel momento. El otro, más dilatado en el tiempo, permeando de alguna manera nuestro modo de relacionarnos con el mundo, nuestro modo de actuar, de comprender, de interpretar… Podemos decir que esos aprendizajes van configurando en nosotros una especie de actitud global ante la vida, lo cual unido a todo tipo de experiencias que podamos haber tenido y provocado desde nuestra propia acción, será en definitiva lo que defina nuestro modo de ser, nuestra personalidad.

Todo esto es fruto de esa doble entrada de información, la consciente y la no consciente. Pero no pensemos que la más importante es la consciente, ni mucho menos. En nosotros tiene un peso superior lo no consciente dado que, aunque se extiende a todas las edades de la vida, se da de modo especial en nuestros primeros pasos, que es precisamente cuando nuestras estructuras cognitivas se están conformando. Independientemente de la repercusión que la información consciente tenga en ese bagaje, fruto de todo ello se va generando en nosotros un fondo de conocimientos que no solemos tener claro, unos modos de actuar, de comprender, de vivir, que nos llevan a hacer cosas y a comportarnos sin saber muy bien por qué lo hacemos así. Se trata de un saber sin saberlo.

5 comentarios:

  1. ....siempre poniendo atención en que nuestros modelos sean coherentes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, ¿no? Creo que es fundamental, no sólo para cada uno de nosotros, sino también por lo que revierte hacia los que están a nuestro alrededor, sobre todo los más pequeños. Un saludo.

      Eliminar
  2. "condicionamiento VICARIO es un tipo de aprendizaje que depende de la observación de las reacciones de otras personas a un estímulo relevante tanto para el sujeto como para quien lo observa, o bien de la percepción de la contingencia entre una respuesta y unas consecuencias determinadas.." me referia a ese Modelo,claro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, pues te había leído en otra clave.
      Pero el caso es que no acabo de comprender bien lo que quieres decir...

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar