12 de abril de 2022

Lo que hacemos, y por qué lo hacemos, ¿es real?

La obra de arte nos abre a un tipo de elementos que en principio poseen una característica común con otros muchos en tanto que ‘objetos’ de arte: me refiero al hecho de que son obra humana. Efectivamente, la obra de arte se incluye en el conjunto de todo aquello que en principio no existe en la naturaleza y que gracias al hombre sí que lo hace; o sea, a todo aquello que es producción humana, que es manufactura. El objeto artístico es objeto artístico, es decir, es cosa; y, ‘en tanto que cosa’, podemos tratar igual a un objeto de arte que a cualquier otro objeto. Muy bien podemos utilizar una estatuilla de pisapapeles, lo mismo que una piedra. En tanto que cosa, un objeto artístico puede ser tratado igual que tratamos el resto de cosas, ya sea un árbol (que es una realidad natural) o una mesa (que es una realidad artificial). Pero a la vista está que un objeto artístico no es únicamente un objeto artístico, sino que sobre todo es un objeto artístico; es una cosa como todas las demás, pero no del todo. ¿Dónde situar esa diferencia? Creo que se podría articular en torno a dos aspectos, íntimamente relacionados con el hecho de que el ser humano construya cosas: el de los procesos según los cuales lo hace, y el del sentido que los subyace.

El primer aspecto tiene que ver con el modo en que esas cosas artificiales adquieren existencia, es decir, a los procesos según los cuales los seres humanos construyen o fabrican tales cosas… O mejor: al carácter de realidad de estos procesos, idea que se podría extrapolar a cualquier acción que podamos realizar. No pensemos en el resultado de dicho proceso, sino en el proceso mismo; o, en general, en cualquier acción que podamos acometer. Estamos acostumbrados a hablar en términos de realidad en referencia a las cosas que están ahí, delante de nosotros, y que podemos ver y tocar: lo real es todo eso que está delante de nosotros, de modo más o menos estable. Pero cuando alguno de nosotros realiza una acción, ¿qué carácter de realidad posee esta acción? Por ejemplo, cuando estoy dando un paseo efectivamente estoy haciendo algo, ¿no? Pasear, andar, caminar… ¿Podemos decir que estas acciones humanas son reales? En primera instancia, creo que es fácil afirmar que estamos haciendo algo real, ¿no? Que estamos andando, por ejemplo. Pero ¿qué carácter de realidad posee ‘andar’?, ¿dicho carácter de realidad es análogo al de esa piedra que tengo ante mí? Lo mismo cabe decir de tantas y tantas cosas que podemos hacer: ¿es real que estoy pensando?, ¿o que estoy escribiendo estas líneas?, ¿o que vosotros las estáis leyendo? Supongo que podemos coincidir en que es cierto que estamos haciendo todas estas cosas. Quizá sea más complicado afirmar si efectivamente esas acciones son ‘reales’, y si lo son qué ‘carácter de realidad’ poseen: ¿el mismo que una piedra?

El segundo aspecto al que me refería tiene que ver con el sentido que dotamos a las cosas con que nos relacionamos o a las situaciones en que nos encontramos, o a las acciones que emprendemos Supongamos la acción que comentábamos antes: andar. Podemos acercarnos a ella desde el aspecto cotidiano: estamos efectivamente andando. También desde un punto de vista más científico o biológico: un organismo que articula células y tejidos, nervios, etc., para desplazarse por su entorno. Pero también podemos acercarnos desde el punto de vista del motivo por el que estamos andando: porque voy a ver a alguien querido, o porque voy a trabajar… Podemos hacernos la misma pregunta que antes: este sentido desde el cual realizo una acción, ¿es real o no? Porque para mí es evidente que, si estoy haciendo algo, lo algo con ese sentido presente: ando para ir a ver a un amigo. ¿Es real este sentido? Si es así, ¿cuál es su carácter de realidad?, ¿el mismo que de una piedra?, ¿el mismo que el de andar?

¿A dónde quiero ir a parar con esto? Pues a que nuestra relación con las cosas, o las acciones humanas, podemos enfocarla desde diferentes perspectivas: bien la cotidiana, bien la científica, pero también experiencial o vivencial. Porque no cabe duda de que las acciones que acometemos tienen una dimensión ‘en tanto que cosa’ (un organismo que se desplaza, articulando sus extremidades y diferentes órganos, etc.) y una dimensión ‘en tanto que experiencia’ (yo me siento que estoy andando, y que lo hago por este motivo). Esta dimensión experiencial, ¿es menos real que la primera? Lo cierto es que dicha experiencia personal posee una repercusión auténtica en nosotros. Por ejemplo: si estoy andando para ver a alguien querido, probablemente estaré contento; si para encontrarme con alguien desagradable, iré enfadado. En ambos casos estoy haciendo lo mismo ‘en tanto que cosa’, pero algo muy diferente ‘en tanto que experiencia’.

Esto ocurre no sólo en referencia a lo que hacemos, sino también respecto a lo que ocurre a nuestro alrededor, en cómo nos lo representamos. Cuando ocurre algo, lo que sea, cada uno lo vive de una manera determinada, y este modo determinado de vivirlo revierte sobre nosotros: al final de un partido, ante el mismo hecho, unos se alegran y otros se entristecen en función de quién lo haya ganado. O cuando ocurre alguna cosa, cada uno lo interpreta según sus posibilidades: un mismo hecho puede tener diversas lecturas. ¿Son reales estas interpretaciones, poseen algún carácter de realidad? Cuanto menos, la lectura que hagamos de las cosas repercute en nosotros en nuestro estado emocional, etc. ¿Poseen algún tipo de realidad, entonces, si su repercusión en nosotros es efectivamente real? Porque, efectivamente, al final del partido yo estoy alegre porque ha ganado mi equipo, y antes no lo estaba.

Uno también se puede preguntar qué sean las cosas desde la perspectiva de la vida humana. Uno no ve únicamente cosas reales, sino que con esas cosas reales hace su vida, y en ella adquieren una relevancia que probablemente no la alcancen en las ‘vidas de otros’. Las cosas forman parte de nuestras vidas, conformando lo que se conoce como nuestro ‘mundo’. Se establecen nexos de sentido que van más allá de la consideración de las cosas ‘en tanto que cosas’, e incluso más allá de su consideración en tanto que cosas ‘científicas’, porque pasan a ser consideradas ‘en tanto que experiencias’, en la medida en que pasan a formar parte de nuestras vidas. ¿Cómo se articula todo ello?

Y aquí comienza lo complicado, porque cuando intentamos ir más allá de la realidad primariamente percibida y primariamente considerada en tanto que cosa real u objeto científico, cuando intentamos atender a ‘lo dado’ desde una perspectiva de aprehensión de esos otros ámbitos de la realidad en los que se tejen las relaciones humanas, deja de haber un contraste empírico al que felizmente nos tienen acostumbrados las ciencias y hemos de buscar otras herramientas. ¿Son reales estos modos de interpretar las cosas? Creo que lo artístico tiene algo que ver con esto.

2 comentarios:

  1. El arte es una forma intencional, de hallar la interpretación de cualquiera que sea la realidad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pienso como tú: el arte es un 'lenguaje' para representarnos la realidad; o al revés, como decía Nietzsche: todo lenguaje es metáfora. Un abrazo.

      Eliminar