8 de diciembre de 2020

Interioridad y exterioridad: un asunto de información

Jacinto Choza, en su Manual de antropología filosófica, expone un problema altamente interesante, en lo que al estudio de la evolución del universo se refiere, a saber: el conflicto entre interioridad y exterioridad. El punto de partida de esta reflexión tiene que ver con la razón que podemos dar de la complejización de la materia a lo largo de los milenios de evolución del universo. Se han dado ya diversas razones como, por ejemplo, el hecho de que la materia tiene en sí ciertas leyes de comportamiento, no teleológicas, pero que de alguna manera hacen más probables algunas posibilidades de complicación que otras, tales como estado de mínima energía, líneas direccionales establecidas por su mismo modo de ser, etc. Sin embargo, Choza estima que este enfoque es insuficiente, por haberse mantenido en la dimensión de la exterioridad. En su opinión, antes este problema, como ante otros muchos, podemos adoptar dos puntos de vista paradigmáticos: el de la exterioridad, propia de las ciencias naturales, y el de la interioridad, propia de la filosofía; enfoques que, en su opinión, son difícilmente conciliables, por la distancia radical que hay entre ambos.

No pensemos que la interioridad tiene que ver con definir las leyes de los procesos, no es eso exactamente. Esta postura, sería la propia de las ciencias, la cual supone que, efectivamente, hay en la dinamicidad de la materia, tanto viva (como cuando decimos que el código genético de un embrión le lleva a desplegarse de tal manera) como inerte (como cuando decimos que el hidrógeno y el oxígeno pueden complicarse en la génesis de una molécula de agua), ciertas posibilidades que pueden ser descritas según la metodología científica. Pero no, no estamos hablando de esto cuando hablamos de interioridad, sino con una comprensión desde la intimidad de la materia —si puede decirse así— de lo que es dicha dinamicidad.

Ello pasa por comprender este carácter deviniente de la materia, que desemboca en el fenómeno conocido como ‘vida’. La vida no es algo que el viviente haga, sino que el ser vivo es eso, un ser viviente, es materia viviendo; la vida no es algo que pudiera hacer un ser una vez ya ha sido constituido, sino que en su constitución ya está en ese estado: viviendo; es un ‘ser viviendo’. Frente a las definiciones clásicas de vida (moverse, relacionarse, nutrirse, reproducirse, etc.), el profesor Choza asocia el mecanismo de la vida con la información: «un ser vivo es el que recibe y transmite información, y la vida consiste en eso en cuanto que el viviente se distingue de la información y permanece en algún sentido idéntico a sí mismo o en sí mismo, mientras la información varía, se recibe o se transmite». Se percibe así una primera diferencia entre lo vivo y lo inerte, no porque en lo inerte no haya transmisión de información —que la hay— sino porque permanecer en sí el informante mientras la información va y viene presupone una identidad del mismo, que no se encuentra en la materia inorgánica; ésta es capaz de transmitir cierta información, pero no hay informante, sino pura información que se propaga en un ‘medio’; en los seres vivos no sólo hay ‘voz’, sino que hay individuo que ‘vocea’, que transmite dicha información.

Dice Choza: «Si el hombre fuera solamente su voz y tuviera las características de una voz, no podría recoger ni transmitir información, sino que sería solo un mensaje que se extingue, pero no un mensaje suyo, puesto que él no queda. Una voz es pura exterioridad, pura distensión espacio-temporal, algo que no es simultáneamente, sino sucesivamente. La simultaneidad de la voz es su significado, su sentido (puede decirse, su esencia), pero ese sentido no es sentido para ella, sino para quien la oye, para el que capta el mensaje».

Así, el universo es una gran voz que no se escucha; y nosotros vemos estrellas y oímos tormentas. El universo fue hecho por la palabra, dice la Biblia; es orden, dicen los pitagóricos; es energía, dicen los científicos actuales; «el universo es una voz que no se oye a sí mismo», dice Choza. Esta voz, esta energía, puede ser captada mientras aún goza de cierto orden y regularidad, algo que, según el segundo principio de la termodinámica, va a menos, degradándose con el propio devenir, hacia un estado de indiferenciación: la muerte térmica. Pero no puede ser captada por sí mismo, en tanto que el universo no posee interioridad, no posee esa simultaneidad que permite que coexistan la voz con su escucha: el universo es exterioridad pura. En la medida en que esa voz, que es pura exterioridad, empieza a convertirse en ‘información para’, aparece la interioridad (aun en sus formas más básicas): aparece la vida.

La interioridad supone cierta superación de la exterioridad. Y los modos en que esta superación se da, definirán los distintos modos de vida, según qué información se gestione, y cómo se comunique. Vida y ser son modos de gestionar las dimensiones de exterioridad e interioridad, son como las dos caras de una misma moneda; y hay tantas soluciones como especies vivas. Así, todas las especies vivas, hasta la bacteria más minúscula, posee cierta identidad; la cual irá evolucionando hasta la conciencia humana, hasta su capacidad de ensimismamiento tal y como nos explicaba Ortega y Gasset. Pero no puede darse esta identidad, tanto en sus niveles más básicos como más elevados, si no hay un ‘dentro’, si no hay ‘intimidad’. Cómo se haya dado en la práctica este proceso, es un reto para todas las disciplinas de conocimiento.

6 comentarios:

  1. ...La vida se siente y se percibe como un proceso en constante retroalimentación.

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    1. Sí, toda vida supone un continuo proceso de recepción y de información de emisión, sin saber muy bien dónde acaba lo uno y comienza lo otro, creo yo.

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  2. Es la impronta emocional lo que deja huella(información selectiva) en la memoria individual...

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    1. Pues me parece interesante eso que dices; efectivamente, yo creo que la impronta emocional, orgánica, vital, tiene mucho que ver con lo que retenemos o no, en tanto que ayuda o no al desempeño de la vida.

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  3. Quisiera apuntar que solo ,las emociones y el inconsciente no siguen los Modelos matemáticos como el resto de la Naturaleza e impulso de supervivencia.

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    1. Hoy ha dado la casualidad de que he estado con un amigo físico, y me comentaba que la matemática podía modelizar los procesos biológicos, algo que yo no veo tan claro.

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