4 de septiembre de 2018

¿Por qué un hecho es histórico?

Hace poco hablaba con un amigo de una historia que leí hace ya bastantes años del gran Stefan Zweig, uno de sus ‘momentos estelares de la humanidad’: en concreto el que se refería a la batalla de Waterloo. Lo que contaba ahí Zweig era un hecho ‘secundario’ en el desarrollo de la batalla, en principio no muy relevante, pero que, a la postre, se tornó fundamental. El asunto fue que, a causa de una circunstancia que difícilmente podría preverse, uno de los subalternos de Napoleón tomó una decisión que no es que fuera equivocada (según la información de que disponía), pero que contribuyó gravemente al desenlace que todos conocemos: Grouchy, sencillamente, cumplió las órdenes dictadas por Napoleón; unas órdenes que se volvieron contra el ejército francés, pero que Grouchy no quiso desobedecer, siendo fiel a su espíritu militar. Si las hubiera desobedecido (a la luz de la narración, tampoco estaba tan claro que lo tuviera que hacer), y en vez de perseguir a un ejército prusiano que nunca halló hubiese vuelto sobre sus pasos para ayudar a Napoleón, otro hubiera sido el desenlace de la batalla.

Comentábamos mi amigo y yo el hecho de que la vida, la historia, a menudo se ve decidida por detalles pequeños, por protagonistas desconocidos los cuales intervienen decisivamente en el desenlace de las cosas. Por ejemplo, este caso de Grouchy: todos conocemos Waterloo, pero nadie conoce a Grouchy, cuando fue una figura fundamental en dicha batalla, influyendo fatalmente en el destino de Napoleón. Supongo que, como ese, se podrían poner infinitos casos. Y bueno, conversando, conversando, esto nos llevó a reflexionar sobre qué es lo que hace que unos hechos pasen a la historia, y otros no: efectivamente muchos hechos son catalogados como históricos, pero otros muchos no. Y esta es la cuestión: ¿qué es lo que hace que un determinado hecho sea considerado como un hecho histórico, frente a aquellos otros que no?

Al respecto, un buen amigo y compañero de la universidad (e historiador, para más detalles) me recomendó unas reflexiones más que interesantes que Gustavo Bueno realiza en el séptimo capítulo de su Zapatero y el pensamiento de Alicia. En él pone de manifiesto distintas circunstancias que pueden ayudarnos a una mejor comprensión de esta cuestión, pero no sólo de ella. De hecho, me ha ayudado a comprender algo más esto tan complejo como es la Historia. Pero bueno, en este post me voy a ceñir a la que más me interesa, en relación a la duda que planteo. Seguramente en otra ocasión comentaré el resto, pues no tienen desperdicio (a mi modo de ver).

En primer lugar, habría que distinguir que no todo lo que acaece sobre la superficie de nuestro planeta (o en el universo en general) puede ser calificado como tal. Continuamente están ocurriendo infinidad de eventos que no se podrían calificar así, como por ejemplo todo lo que ocurre en el ámbito de la materia inanimada. Pero tampoco en el ámbito de los seres vivos en general: los animales, a diferencia de lo que ocurre con las cosas, ejecutan acciones, ‘hacen cosas’, pero tampoco se nos ocurre calificar dichas acciones como históricas. Aunque esto no es así del todo: tanto en el caso de la materia inanimada como en el de los seres vivos en general, ocurren cosas que sí que calificamos como históricas, y el motivo es su referencialidad con el mundo humano. Hay muchos animales que mueren cada día, pero la muerte de la perra Laika podemos calificarla como histórica, a causa de su importante significatividad en la conquista del espacio por parte del hombre. Hay muchos volcanes que han entrado en erupción, pero el del Vesubio fue un hecho histórico por su fatal repercusión en Pompeya.

Pero tampoco todo lo que hacemos los seres humanos adquiere la categoría de histórico. Todo aquello que hagamos, cualquiera de nosotros, ocurre en la historia; todos nuestros actos son en este sentido históricos, pero no lo son en el sentido de que tengan relevancia histórica, es decir, que posean una determinada significatividad en el devenir de la historia, además de para cada uno en su vida.

La pregunta sigue en pie: ¿qué es lo que hace que un determinado acto de un individuo, pase a engrosar la lista de los inmortales sucesos que jalonan el devenir de la historia humana? Porque lo usual es que cada cosa que hacemos se mantenga en el anonimato de la sociedad. Pues bien, una de las reflexiones que realiza Bueno tiene que ver con esta duda, con el criterio a seguir para que la relevancia de acciones o biografías individuales puedan considerarse que caben en el seno de la Historia o no: es «la cuestión de por qué algunas ‘secuencias biográficas’ tienen un significado en la Historia objetiva y otras no». Y la clave, en su opinión, es el hecho de que ello depende de hasta qué punto las decisiones que pueda adoptar un determinado sujeto, y las acciones que pueda desempeñar, pueden ser decisiones totalmente libres, o no. Es decir, si el sujeto ‘se debe’ a líneas de fuerza entre las que está situado y que de alguna manera le impiden hacer lo que buenamente querría hacer, precisamente por estar situado en dichas líneas o corrientes (de todo tipo) por las que se ve ‘arrastrado’ mientras se sitúe en su seno. Podríamos decir que, mientras se está en el seno de dichas corrientes, uno no acaba de ser dueño del todo de su propia vida. Estas corrientes son los compromisos que ha asumido en su vida social en mayor o menor grado, a los que se debe.

Precisamente por pertenecer a dichas corrientes, aquello que haga tiene consecuencias públicas que van más allá de las que pueda tener para su propia vida. A cuantas más corrientes pertenezca, más tensionado estará, y más repercusión social o histórica poseerá aquello que haga. Su relevancia histórica tiene que ver con cuántas y cuáles corrientes son con las que tenga relación, de modo que dicha relevancia desaparecería en el momento en que las abandonase para volver a vivir su vida individual.

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