29 de diciembre de 2020

Explicación y comprensión

No es extraño, cuando se habla de realidad, que ésta quede circunscrita a su dimensión material; de hecho, seguramente es el modo más evidente de hacérsenos presente. La duda se encuentra en si lo real se limita a lo físico, o el carácter de realidad se puede otorgar a otro tipo de entes que no sean materiales. ¿Cómo podríamos definir a la materia? Quizá como aquello que ofrece cierta resistencia a nuestro cuerpo, a nuestros sentidos fisiológicos; de alguna manera, se estima que lo que es real también ofrece cierta resistencia a que lo manejemos a nuestro antojo, una resistencia no sólo a nuestros sentidos fisiológicos, sino también a nuestra capacidad de conceptuación o de reflexión, a nuestras acciones… de modo que lo material se correspondería con el caso en que dicha resistencia se diese en el plano físico, fisiológico. Ahora bien, cuando tenemos alguna cosa delante de nosotros, cualquiera, podemos preguntarnos si lo que esa cosa es se agota en lo primariamente dado a nuestros sentidos o no. Es decir, si ‘detrás’ de lo que percibimos, hay ‘más cosa’ (sin entrar de momento en detalles de qué sea ese ‘más cosa’) o no. En una primera aproximación, parece razonable contestar a la anterior cuestión con un sí, que sí que consideramos que tras lo primariamente ofrecido a los sentidos hay algo más; precisamente, el esfuerzo científico consiste en ir tras ese ‘algo más’, ¿no?

En el caso de la ciencia, ir tras ese ‘algo más’ se puede entender en dos sentidos, a mi modo de ver. El primero sería en el que acabo de comentar, en el de intentar profundizar en lo que esa cosa sea, como si nos pudiéramos zambullir en su interior como en el agua de una piscina, y bucear en sus estructuras constitutivas y procesos internos. En este caso, se trata de un ‘algo más’ que se va descubriendo conforme podemos ir percibiéndolo; en principio percibimos sólo su parte más externa, pero hacemos lo que podemos para ir percibiéndolo cada vez más adentro. Algo que inicialmente hacemos con nuestros sentidos fisiológicos los cuales, al quedarse cortos enseguida, podemos complementarlos recurriendo a tecnología de cualquier tipo, la cual conforme va avanzando nos va permitiendo profundizar cada vez más, y más, y más. Descubrimos entonces un mundo sorprendente, el cual probablemente (seguramente) nunca percibiríamos por nosotros mismos: ¿veremos algún día con nuestros ojos un átomo o una molécula, una célula o un microorganismo, o un agujero negro?

El segundo sentido al que me refería puede entenderse en sentido opuesto, es decir, en referencia a la necesidad de aprehender dicha cosa no ahondando en ella, sino desde cierta toma de distancia que nos permita atenderla desde un enfoque más amplio, desde la consciencia de que esa cosa no existe sola en sí misma, sino que está relacionada con los elementos de su entorno. Desde esa toma de distancia, no estamos pendientes de lo que esa cosa sea como tal —que también— sino de cómo se inserta en un entramado más amplio al que entendemos que pertenece. Ahora, ese ‘algo más’ consiste en cómo se sitúa esa cosa entre todas las demás cosas. Podemos estudiar, por ejemplo, un electrón en sí mismo y en sus partículas elementales, o en tanto que forma parte de un átomo y contribuye a generar moléculas; o la Tierra, en sí misma o como parte del Sistema Solar, etc. Proceso en el que, de forma similar a la anterior, dependemos de la tecnología, pero ahora no hacia dentro, sino desde fuera, podríamos decir.

Sin embargo, aquí no se acaban los modos en que podemos entender ese ‘algo más’, sino que podemos añadir dos perspectivas: una estética (que abordaré en otro post) y otra filosófica, que paso a comentar. Porque podemos pensar en ese ‘algo más’ entendiéndolo como qué sea aquello que hace que esa cosa sea, que esa cosa exista; es decir, podemos plantearnos cuál sea su fundamento, sea éste el que sea. Podemos efectivamente ‘bucear’ hacia las profundidades de lo real, cada vez más hondo, hasta donde nos permita la tecnología. ¿Es esta vía la adecuada para poder dar respuesta a esta cuestión? Los avances de la ciencia necesariamente han de seguir la vía de lo que es perceptible por los sentidos, y cabe plantearse si el fundamento de lo que sean las cosas reales sea algo de la misma índole que las propias cosas reales: material, perceptible por los sentidos, etc. Con ese fundamento se pretende dar respuesta a cuestiones como por qué existe la realidad, por qué existe el universo, de dónde le viene al universo esa dinamicidad intrínseca y que evolutivamente le lleva a adoptar configuraciones cada vez más complejas. En este caso, no se trata de llegar a partículas cada vez más pequeñas, e incluso de desbordar el nivel corpuscular para encontrarnos en un ámbito únicamente energético, a modo de ese plasma que se supone que hubo cuando el big bang… De lo que se trata es de preguntarse por cuál sea el fundamento de aquello que hay, sea este fundamento materia, energía, materia-energía, plasma… y que en definitiva hace que las cosas sean lo que son y tal y cómo son.

Este tipo de preguntas son las que se hace la metafísica contemporánea (cuanto menos una rama de ella) la cual, así considerada, se convierte en una especie de ‘trans-física’, en el sentido de que, sin abandonar lo real, se pregunta por su fundamento; sin abandonar el conocimiento científico, trata de trascenderlo en esta línea de comprensión; como dice Zubiri en una frase compleja, se trata de inteligir sentientemente la física trascendentalidad de lo real. Ello supone ‘no abandonar lo real’, pero sí inteligirlo trascendentalmente, opciones que para nada están enfrentadas. No se trata de buscar respuestas en un ámbito teórico o conceptual, sino en diálogo con aquello que conocemos, pero sin quedarnos en ello, sino desbordándolo (por decirlo así). No estoy hablando de idear soluciones a distintos problemas o cuestiones científicas que existan (como ocurrió, por ejemplo, con la ‘hipotesis átomo’ en el debate decimonónico sobre este tema, o en otras tantas hipótesis que hay hoy en día en el ámbito de la física cuántica); de lo que hablo es de ese cambio de nivel que implica indagar sobre qué sea el fundamento de todo aquello que conocemos (científicamente, o del modo que sea).

La mayoría de nosotros ya tiene más o menos una cosmovisión generada, normalmente de modo más o menos intuitivo: unos más espiritualistas, otros más materialistas, otros… Pero de lo que se trata es de fundamentar y argumentar nuestra respuesta. Tanto si dicha respuesta la podemos encontrar en el mismo orden de cosas en que nos movemos físicamente como si no, es preciso ir más allá de la opinión y de la creencia para, en diálogo con las ciencias y con las demás disciplinas del conocimiento, en la medida de nuestras posibilidades, y en la medida en que esta cuestión lo permita (asunto que por su propia índole no nos ofrece muchas facilidades), intentar aproximarnos a una comprensión argumentada de lo que sea la realidad y de lo que seamos nosotros. La cuestión no es sólo cuál sea este fundamento, o si este fundamento lo podemos encontrar en la propia realidad material o no, sino también si se puede decir algo sobre él. Dada la dificultad de la empresa, muchos la obvian o la rechazan, pero, ¿podemos renunciar a ella? Quizá todo este esfuerzo contribuya no tanto a explicar nuestro universo o a nosotros mismos, como a comprenderlo y a comprendernos.

4 comentarios:

  1. Tal vez se refiere a la Ciencia Infusa...

    ResponderEliminar
  2. Para llegar a los Principios teóricos de la realidad se utilizan varios Métodos de razonamiento...el Deductivo ...el Inductivo...y otros

    Pero. ¿..qué parte de Realidad hay en toda nuestra Existencia?

    ...HAY ALGO QUE NO ENTIENDO

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De lo que se trata es de adoptar una actitud diversa ante lo real, distinta de la que usualmente adoptamos en nuestro trajín con las cosas, y entonces nos muestra aspectos distintos también. Aunque ciertamente todo esto es complejo.

      Eliminar