14 de julio de 2020

¿Qué es real?

Fuera de un contexto de reflexión filosófica puede parecer un tanto sorprendente preguntarse qué sea la realidad, o qué caracteriza a aquello de lo que podamos afirmar que es real. Sin embargo, es una pregunta que no es tan sencillo responder, ni mucho menos. Como comenté en otro post, cabe plantearse si todo lo que sea real ha de establecerse en lo que comúnmente se estudia desde las ciencias naturales, a saber: lo que sean los componentes fundamentales de la materia, su modo de interactuar y comportarse en ese mundo cuántico; o lo relacionado con la vida: su origen, las células, los tejidos, etc. ¿Se agota en esto lo real?

En primer lugar, me planteo si la respuesta a esta cuestión la puedan dar las ciencias, o únicamente las ciencias. A mi modo de ver, yo creo que no; y ello porque entiendo que su objetivo específico no es ese, sino estudiar aquello que caiga bajo su marco específico según su metodología propia: de qué está hecho algo, cómo se comporta, qué leyes rigen su devenir… Pero creo que no compete a la ciencia establecer en qué consiste que algo sea real, salvo cayendo en la falacia de afirmar que algo es real sencillamente porque cae dentro de su marco de trabajo. A mi modo de ver, esto tiene que ver con una reflexión de tipo filosófico, la cual no se puede realizar ―entiendo― si no es en un diálogo cercano y enriquecedor con las distintas disciplinas científicas. Se comienza a dibujar la hipótesis de que la realidad sea más que lo científicamente experimentable.

Y aquí se presenta esta primera cuestión espinosa y fundamental, como es definir qué quiere decir exactamente que algo es real. Efectivamente: ¿cómo podemos identificar que algo sea real?; o, con otras palabras: ¿qué es lo que caracteriza a aquello que no dudamos en calificar como ‘realidad’? Supongo que la respuesta más inmediata será cercana a lo que hemos estado comentando: realidad es aquello que hay (las cosas, los seres vivos, los astros, el universo…). Si nos fijamos, todo esto posee una característica común: su base material, que está compuesto a base de materia. Pero, ¿ya está?, ¿no hay más realidad que ésta? Es razonable preguntarse si lo material es el único modo de realidad que existe, o si podemos hablar de otros tipos de realidad. A lo mejor resulta que la realidad es más que lo normalmente entendemos como real…

Empecemos con lo sencillo; por ejemplo, con una piedra: es real, ¿no? Pero, ¿por qué lo es? Pues porque está ahí, la podemos coger, tocar, tallar, analizar… cualquiera la puede observar… si choca contra nosotros nos hace daño… posee como una cierta autonomía propia o cierta consistencia que hace que sea como es… Sin ser demasiado exhaustivos, creo que en esto todos podríamos estar más o menos de acuerdo, y por extensión con tantas y tantas cosas. Pero vamos a ver otro tipo distinto de ‘cosas’, como, por ejemplo, un ­concepto matemático: el número π. ¿Es el número π real? De alguna manera, excepto que lo podemos tocar o manipular (no es material), en lo demás podemos describirlo de forma análoga a la piedra: se puede analizar, cualquiera lo puede comprender, posee cierta autonomía propia que nos impide considerarlo arbitrariamente… No es algo material, pero todo el mundo sabe de qué se está hablando cuando se habla del número π (si tiene cierta cultura matemática, claro): está ahí (no sabemos muy bien dónde), y cuando nos hace falta lo utilizamos. No lo podemos manejar a nuestro antojo, sino que posee cierta consistencia propia. Lo mismo podría decirse de un círculo, de un triángulo, o de cualquier figura geométrica. ¿Son reales los entes matemáticos?

También podemos hablar de un personaje de ficción: ¿es real don Quijote? Materialmente no; pero, sin embargo, todos sabemos de qué o de quién estamos hablando cuando hablamos de don Quijote; e incluso cuando hablamos de quijotismo (o de sanchopanzismo), que casi que se han convertido en categorías sociales. Cuando alguien se ponga a describir a don Quijote como un corsario pirata que surca el océano, nos generará violencia. No, ése no es don Quijote; don Quijote fue un caballero español, y era delgado y con barba, un poco loco… ¿Seguro? ¿Y si para mí no es así?

Hilando más fino, lo propio se puede decir de un pensamiento. ¿Qué ocurre con un pensamiento? Es algo que está ahí, parece que más allá de nosotros mismos; de alguna manera depende de nosotros, pero no podemos manipularlo del todo a nuestro antojo, sino que se debe a sus propias reglas. Tanto es así que incluso puede tener efectos sobre mí, sobre mi cuerpo, sobre mi conducta: puedo pensar que he visto a la persona de la que estoy enamorado, y mi corazón comenzar a palpitar con ansiedad, invadirme cierto nerviosismo, se me reseca la garganta, modifico mi trayectoria para encontrarme con ella… y todo ello independientemente de que esta persona esté ahí o no; aunque, a la postre no estuviera, y me hubiera equivocado, el caso es que lo había pensado y todo eso me ha sucedido; ¿era real mi pensamiento? ¿Es una ilusión, aunque me afecte en mi cuerpo y en mi vida? ¿Era, algo totalmente fuera de la realidad?

Pensemos también en algo que hagamos, en una acción. Por ejemplo, decir algo; si te digo algo, es real que te he dicho algo… ¿o no?, Y, si es real, ¿qué tipo de realidad es ésta, o la de cualquier acción que podamos hacer? Cuando estoy corriendo, ¿es real que estoy corriendo en ese momento? Sí, claro, es real; pero, ¿qué tipo de realidad es esa?

Está claro que el número π o don Quijote o mi pensamiento o mi acción no son reales al modo que lo son las cosas materiales, pero tampoco son una mera vaguedad o arbitrariedad; poseen cierta autonomía o consistencia gracias a la cual son precisamente lo que son e impide que se puedan manejar a nuestro antojo.


Ciertamente poseen un ‘modo’ de realidad diverso al de las piedras (y por extensión al de cualquier cosa material), pero… Pues bien, podemos decir que real es aquello que posee cierta entidad propia que le hace ser como es, con sus características y sus propiedades intrínsecas, manteniendo cierta independencia o cierta autonomía con respecto al resto de las cosas y también de nosotros mismos (una autonomía relativa, en el seno de la respectividad de lo real). Se puede decir que posee cierta dureza (un concepto analógico), en el sentido de que posee cierta entidad que le da consistencia, coherencia, está como duramente aferrado a sí mismo, es algo duradero, manteniendo su identidad incluso en su fluir tempóreo, reteniendo su ser… Y esto es algo que acontece, aunque de diferentes modos, a todo lo que hemos estado comentando.  Otra cosa será como definir a estos otros tipos de realidad que no son físicas, pero eso ya vendrá en otra ocasión. Por el momento sirva afirmar que algo es real cuando es ‘de suyo’ lo que es, definición que puede ser aplicada también a cosas que no sean materiales.

Otra cuestión que es no menos importante pasa por preguntarse cómo es que nosotros, los seres humanos, podemos aprehender algo como real, como ‘de suyo’. Esto, que parece una pregunta baladí, supone un modo de estar en la existencia radicalmente diverso al de otras especies, tanto más cuanto que es ahí donde se puede establecer la especificidad humana frente a otras especies animales: en la capacidad de aprehender las cosas como reales. Este asunto cobra especial relevancia en el debate filosófico contemporáneo establecido por la fenomenología y los autores posteriores, situados todos en línea de superación del idealismo moderno, para el cual, efectivamente, fundamentar el alcance al objeto real era problemático. La solución a este asunto difícilmente se puede establecer en términos puramente cognitivos, y la vuelta al realismo clásico no parece la solución, salvo que se desoigan las críticas idealistas al respecto. Una vía de solución a este galimatías es la consideración conjunta del esquema fenomenológico y la antropología biológica, cuyo precipitado puede muy bien ser el ‘sentir inteligente’ zubiriano, o ‘inteligencia sentiente’, tal y como él la trabaja en su noología como propuesta de superación de la fenomenología. Pero esto es otra historia.

4 comentarios:

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  2. Parece ser que ,lo Real se asemeja a aquello con lo que nos podemos identificar.Dependiendo de los procesos mentales en los que se ejercita cada uno.
    La Existencia difiere de lo real,creo yo.

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  3. Yo creo que hay una mediación, propiciada por nuestros procesos mentales, entre la realidad y la imagen que nos hacemos de ella. Nuestra imagen no coincide absolutamente con la realidad, pero creo que tampoco es totalmente ajena a ella. Así lo veo yo.

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