20 de diciembre de 2016

Una sencilla canción

Hoy comparto un post singular. En él quiero hablar de una figura que acabo de descubrir de modo inesperado y de su canción: me refiero a Zach Sobiech y su deliciosa Clouds.


Hace unos pocos días nos reunimos a cenar el grupo de viejos amigos del colegio, y bueno, aunque hubo uno que no pudo acudir la verdad es que fue una noche entrañable; se nos pasaron las horas casi sin darnos cuenta hasta que el típico aguafiestas responsable de toda reunión (o sea, yo) cortó el buen rollo porque eran las tantas y al día siguiente ya se sabe, había que madrugar. Uno ya no está hecho para trasnochar y luego madrugar… ni siquiera para trasnochar únicamente, ¡snif! Aunque no fui el único que el día siguiente lo pasó fatal. Lógicamente nos habíamos reunido en muchas ocasiones, pero cuando volvía a casa ya de madrugada pensaba en lo bien que había estado la velada. Y no sé muy bien por qué, ya que contamos las mismas historias de siempre, aderezadas con algunas anécdotas nuevas, pero también es cierto que hablamos de otros temas… más profundos, de esos que sólo se hablan entre amigos a las tantas de la mañana y con alguna copilla en el cuerpo (y que ciertamente entre nosotros no es muy común; lo de las copillas sí, me refiero a lo de hablar en nuestras reuniones de temas trascendentes).

El caso es que en un momento de esa noche sonó esa canción, Clouds, que me gustó mucho. Días después la busqué por la nube y me encontré con su interesante historia. Fue compuesta por un adolescente que pasó por la tremenda experiencia del cáncer, al cual no logró vencer. Le fue diagnosticado a la edad de trece años, y tras cinco de operaciones y quimioterapias, finalmente el tumor pudo con él. Lejos de amilanarse durante ese período, este joven tuvo la capacidad de sobreponerse a su realidad y vivir los últimos años de forma ejemplar, sembrando serenidad y esperanza a su alrededor. Y completó su vida haciendo lo que mejor sabía hacer: componer. A lo visto, esta canción se hizo viral, y fue versioneada por distintos artistas como tributo a su autor y a su historia.

La verdad es que la vida a veces te cuestiona. Te cuestiona por qué hay personas que ante las adversidades se crecen y se sobreponen, y otras no; personas que, aunque probablemente nunca saldrán en los medios, son auténticos héroes y en las situaciones más dramáticas son capaces de dar lo mejor, convirtiendo sus vidas en auténticos ejemplos de humanidad y entereza. Aunque yo no conozco de cerca la vida de este chico, parece que fue una de ellas. Una persona con la que personalmente me siento cercano a causa de su enfermedad. En las situaciones límite que decía Jaspers uno tiene la posibilidad de poder replantearse la vida de nuevo, de poder resetear; en ellas ocurre eso que dicen de que se ve pasar la vida por delante en un segundo, algo que a todos en menor o mayor medida nos ha ocurrido alguna vez, y que se te trastoca todo. Aunque no siempre es así, en algunos casos así sucede: unos se rompen, y otros no. Lo curioso es que podemos comprender a aquellos que les cuesta llevar los embates duros de la vida; por el contrario, se escapa a nuestra comprensión (por lo menos a la de un servidor) esa reacción heroica que se escapa a lo previsible, esa reacción de aquellos que son capaces de sobre-elevarse por encima de la trama de su vida para convertirse en auténticos ejemplos muchos de ellos anónimos, capaces de cambiar la vida de la gente cercana la mayoría de los casos, y de amplios sectores de la sociedad en otros (ejemplo de lo cual es la fundación que crearon los padres de Zach). Supongo que los héroes lo son porque se escapan a las categorías normales, comunes, esperables, invitando a nuevas formas de vida, a nuevos planteamientos, sembrando esperanza porque desde allá arriba (desde las nubes) se ven las cosas de otro modo.

Por qué ocurren así las cosas supongo que entra dentro de lo insondable de la vida humana. Si hay algo bueno en los golpes de la vida, es que te ofrecen la posibilidad de vivir de otro modo, de cambiar el rumbo, de despertar, de descorrer el velo de Maya. Cuando la vida te golpea te puedes plantear muchas cosas, como por ejemplo por qué tú pudiste salir del hospital y tu compañero de habitación no; o por qué tú sigues aquí y tu hermano o tu amigo o ese otro, no; o… ¡tantas y tantas situaciones en las que nos podemos ver inmersos nosotros o los nuestros! Pero si uno tiene la suerte de poder cambiar de clave, se da cuenta de  repente de que necesita unas respuestas que su modo de vida usual no le puede ofrecer, respuestas que sólo pueden darse (o esbozarse) cuando se ha producido en uno ese giro vital que permite hacer las preguntas adecuadas. Esto no cae dentro de la necesidad, no siempre ocurre así, pero a veces sí. Supongo que cada uno vive experiencias de este tipo, y que luego las intenta gestionar como buenamente puede. Que no es poco.

La vida de Zach dejó una estela extraordinaria, que me gustaría ilustrar con un par de ejemplos. Uno de ellos, es este vídeo grabado por su gente cercana como ¿pequeño? homenaje y reconocimiento. El segundo, tiene que ver con la trayectoria de la fundación creada por su familia para investigar y combatir el cáncer infantil; en una de sus actividades logró aglutinar un numeroso coro de unas cinco mil personas para cantar todos juntos… esta sencilla canción. Os dejo con él.


Feliz Navidad.

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