12 de octubre de 2016

La formalidad... de estimulidad

Esta idea (que comentaba en el anterior post de esta serie) de la unidad del proceso homeostático es importante y, como digo, reparar en que en el caso humano también es un proceso unitario es complicado, precisamente porque en nosotros parece que hay como una cierta independencia entre sus respectivos momentos provocada por la capacidad de distanciamiento del ser humano frente a lo que le estimula. Pero si reflexionamos un poco veremos que no es así, incluso aunque en nuestro caso la respuesta que podamos dar sea una respuesta no determinada por nuestras estructuras constitutivas, hecho que en el caso de los animales no ocurre así. Como dice Gehlen, los animales están confinados en un ámbito de la naturaleza específico (su ‘medio’), delimitado mediante un ‘diálogo’ establecido con la realidad partiendo de sus estructuras fisiológicas e instintos. A decir de Gehlen, incluso cuando los animales más superiores poseen cierta capacidad de elección en la respuesta o de posibilidades de aprendizaje, dicha capacidad la ejercen en el medio en el que se mueven sin acabar de lograr salir de él. Pues bien, sobre este fondo dibujado por el reino animal destaca sin duda el ser humano. Creo que es indudable poder afirmar que el ser humano posee una especificidad propia que le distingue del resto de seres vivos y animales (inferiores y superiores). Otra cosa es articular adecuadamente cuál es esa especificidad, y otra todavía más complicada (a mi juicio) es fundamentarla.

Por lo que yo sé, no son pocos los autores (Scheler, Gehlen,…) que establecen dicha diferencia en la capacidad del ser humano de no estar ‘presos’ en su medio, esto es, en su capacidad de sobrevolarlo (por decirlo así), de no estar confinados necesariamente en él, de tomar cierta distancia respecto de él,… La propuesta de Zubiri se puede situar en esta línea de interpretación, articulándolo alrededor de un concepto que ya hemos comentado: la inteligencia. La inteligencia (sentiente) no sería tanto nuestra capacidad cognitiva de raciocinio ni nuestra agilidad mental (que es como la solemos entender hoy en día) sino aquella facultad humana que nos permite tomar esa distancia respecto del medio, sobrevolarlo, desasirse de él,… Es en definitiva la facultad que le permite tomar consciencia de sí mismo, y de modo simultáneo ver a las cosas no como algo que necesariamente pertenecen a su medio sino como algo otro, como algo ‘de suyo’. De este modo, las cosas quedan en la aprehensión humana de un modo diferente a como quedan en la aprehensión animal. A este modo de quedar las cosas ante el aprehensor en una aprehensión determinada le denomina Zubiri formalidad. Y distingue (como podemos ya adivinar) dos tipos de formalidad: la animal y la humana, la formalidad de estimulidad y la formalidad de realidad.

Analizar pormenorizadamente la formalidad estimúlica es una tarea muy instructiva, pues puede servirnos para no cometer excesos en el análisis de nuestra aprehensión de la realidad, además de la información que pueda proporcionar al respecto per se. Porque si bien la formalidad de realidad es una superación de la estimúlica, no por ello debemos pensar (a mi modo de ver) que no estamos sujetos de alguna manera a algunas de las limitaciones implícitas en el modo estimúlico de aprehender la realidad, todo lo contrario. Evidentemente, la capacidad aprehensora humana supone un salto cualitativo respecto a la animal (aunque yo entiendo que este salto es cualitativamente esencial, soy consciente de que otros la entienden como cualitativamente gradual, aunque no quisiera entrar a debatir ahora esta interesante cuestión), pero ello no debe llevarnos a pensar que está libre de toda atadura o limitación, como no pocas veces se ha pensado. Y el hecho de analizar las limitaciones de la aprehensión estimúlica, puede ayudarnos a no excedernos en nuestra interpretación de la realidad, y a argumentar las respectivas propuestas cuidadosa y rigurosamente (en la medida de nuestras posibilidades, claro). En este sentido, Popper nos da una exquisita lección: no puedo dejar de admirar la prudencia, la delicadeza y el respeto con que Popper va avanzando en sus argumentaciones en los respectivos diálogos que mantiene con aquellos que defienden posturas opuestas a la suya.

¿Qué es lo que caracteriza a la formalidad de estimulidad? Decíamos que formalidad significa el modo en que el objeto aprehendido queda ante el aprehensor en el proceso de aprehensión (objeto que acto seguido desencadenará el proceso homeostático). Pues bien, en este caso, el objeto aprehendido adquirirá un carácter —digamos— funcional, como desencadenante de dicho proceso, y se agotará como tal en dicho proceso. El animal no es consciente de que la cosa es un algo otro que tiene una realidad propia ajena al proceso en que posee una noticia de ella, sino que sólo la considerará en tanto que perteneciente a dicho proceso sin considerar que la cosa es algo otro con entidad propia. Para el animal, la ‘realidad’ de la cosa se agotará en su función estimúlica, y nada más.

De este modo, cada animal irá configurando en diálogo con la realidad qué ‘parte’ de ella le es ‘útil’ en orden a poder mantenerse vivo; es decir, irá configurando su ‘medio’. Cada especie animal tendrá un medio determinado, distinto al medio de otra especie, aunque compartan el mismo entorno (ya hablamos anteriormente de esta distinción en otro post). Imaginemos un mismo entorno físico, un mismo ecosistema: por ejemplo, una zona del bosque; en ella viven un murciélago y una hormiga. Ambos animales comparten el mismo entorno, pero sin embargo no es sólo que no se relacionen con él de la misma manera (cada uno lo hará según sus estructuras fisiológicas), sino que resultado de esa diferencia el medio de uno será muy diferente del otro. Pensemos que cómo ‘vería’ una hormiga esa zona del bosque y cómo lo ‘vería’ el murciélago (y qué distintos serían ambos de cómo lo vemos nosotros). El medio, si bien es algo que depende del entorno, no depende sólo del entorno sino también de las capacidades perceptivas de cada especie.

Este medio se irá ‘ensanchando’, irá dando más juego al individuo conforme éste se encuentre en un peldaño más elevado de la escala zoológica: no tiene la misma capacidad de maniobra la hormiga que el murciélago; pero un leopardo tiene más que ellos, y un mono todavía más. Pero en todos estos casos, aunque tengan mayor o menor capacidad de maniobra, cualquier cosa que aprehendan (un objeto, una presa, un ruido) quedará en ellos como un mero estímulo, y no como algo otro que los estimula; la función del objeto se agotará en su ser estímulo, y una vez agotada esa función el objeto perderá toda importancia para el animal. El animal es incapaz de atender al objeto por lo que es en sí (el objeto); tan sólo existirá para él en la medida en que le afecta de algún modo y pase a pertenecer a su proceso homeostático. De este modo, el animal vive como empastado en la realidad, empastado en su medio, empastamiento que gozará de mayor o menor holgura en función de sus posibilidades neurales. La cosa real, para el animal, no pasa de ser un mero estímulo, y su ser se agota en su carácter estimúlico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario