30 de septiembre de 2025

La percepción de segundo nivel en el objeto artístico

Hemos visto cómo junto a los contenidos objetivos de una percepción, hay toda una serie de elementos anímicos, prácticos y sentimentales que se dan a una, y que contribuyen a conformar la percepción. Es nuestro modo natural de percibir; tanto es así que tratar de identificar todo eso ‘otro’ de la percepción, todo eso co-dado, nos genera gran dificultad. Sin embargo, acometer esta tarea supone un paso fundamental para adentrarse en el ámbito de lo estético, ayudándonos a aguzar y a afinar nuestra sensibilidad en sentido amplio. Pues todo eso ‘otro’ es más que relevante.

Este tránsito de una actitud a otra, de la cotidiana —llamémosla así— a la estética, no es brusco, sino en clave de continuidad, diferenciándose difusamente; una tarea que se inicia un poco como por tanteo, experiencialmente, sin tener la seguridad de que vamos por el camino correcto. Ahí está su valor. La percepción no es mero comercio de información sensible, sino que siempre hay algo co-dado junto a lo dado sensiblemente de lo que no solemos hacernos eco. Pero cuando caemos en la cuenta, nos lleva a una actitud distinta ante las cosas, pues empezamos a ser conscientes de que en lo dado primariamente de modo sensible, hay otros contenidos co-dados, que habrá que determinar. En la vida cotidiana esto es algo que ponemos usualmente nosotros y que proyectamos, pero en el arte tiene que ver con lo que el artista ha puesto en su obra y que hemos de percibir adecuadamente.

Empieza a aflorar cierto presentimiento difuso de que en toda percepción artística hay algo más detrás de lo dado que, si bien la propia percepción nos lo anuncia en alguna medida, sabemos que no es capaz de presentárnoslo del todo. Sabemos que se trata de una especie de percepción de segundo nivel, que no se queda en lo dado, sino que lo trasciende, precisamente haciéndose eco de lo co-dado. Esto es lo propio de toda obra de arte: ante ella, no nos quedamos en lo que ahí aparece en primera instancia, sino que tratamos de, contando con todo ello, traspasarlo, trascenderlo en pos de todo ese contenido que el artista ha plasmado oblicuamente (por decirlo así) y que nosotros hemos de percibir también. 

De eso es de lo que se ocupa temáticamente la percepción de segundo nivel, que se endereza hacia lo dado tras lo dado, hacia lo co-dado que aparece tras lo dado en el primer nivel, en el que empieza a mostrarse incipientemente. Esto co-dado tiene que ver con la vida, con lo anímico, con los secretos de la naturaleza, abriéndosenos un horizonte que nos invita a visitar los arcanos del mundo y del ser humano. Algo —insisto— que no se da de modo objetivo, sino difuso.

No hay un límite entre ambas percepciones, motivo por el cual se puede dar precisamente este aparecer de lo co-dado ya no sujeto a reglas objetivas, definidas y determinadas, sino de modo vago, libre, abierto, invitando al sujeto a percibirlo así, oblicuamente; es ahí donde se pone en juego lo auténticamente estético, no antes, algo para lo cual no todos los sujetos estamos preparados, anclados como estamos en la percepción cotidiana.

Esta percepción de segundo nivel, más elevada, se dirige hacia algo más que lo dado sensiblemente, algo que flota ante la conciencia sin saber determinarlo muy bien, enderezada hacia ello por su capacidad de valorar lo importante y lo significativo, sin saber muy bien cómo. Nos sitúa en otra perspectiva, nos instala en otra actitud, desde la cual, aunque veamos las mismas cosas, ya no vemos lo mismo. Hay un salto ya no dirigido por la propia percepción, sino por instancias pertenecientes a otra esfera, que han hecho mella en la conciencia de otro modo; hay un equilibrio entre nuestra percepción abierta, pero que no campa a sus anchas del todo porque se encuentra tensionada o atraída por el contenido de segundo nivel que ha expresado el artista. La percepción cotidiana sigue estando, pero ahora modulada, elevada a este otro orden de cosas, llevándonos a contenidos espirituales cada vez más profundos , más allá de los propios de la cotidianeidad.

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