El Este era para los alemanes la zona comprendida por Polonia, Estados Bálticos y el territorio ruso que tenían ocupado. Toda esta zona tenía una terrible significatividad, pues era la ‘siniestra terminal de las deportaciones’, y de donde era muy difícil escapar (apenas lo lograban un 5%). Por otro lado, era la zona previa a la guerra donde se asentaba la gran mayoría de judíos europeos.
En el juicio se intentó enlazar a Eichmann con lo sucedido aquí, pero no había pruebas, sencillamente porque habían sido destruidas. Algunos supervivientes se ofrecieron como testigos. Sin embargo, la mayoría de ellos no sabían nada acerca de los puntos concretos del juicio; hablaron de su experiencia (de su dramática experiencia) pero a menudo (como es natural) confundían fechas, nombres, caras,… Ninguno de ellos fue definitivo para condenar al acusado. No es que no fuera cierto lo que decían, sino que se refería por lo general a cosas vagas o que ya se sabían: las condiciones de los guetos, los procedimientos empleados en los campos, los trabajos forzados a menudo hasta la extenuación,… Simplemente por respeto hacia ellos se les dejaba hablar, y que se explayaran y se desahogaran.
Como digo, a nivel legal no se le pudo acusar a Eichmann de tales delitos con las pruebas y los testigos presentados. Si los jueces hubieran actuado de otro modo, hubieran puesto en evidencia de modo flagrante la validez del proceso. Pero las pruebas y las acusaciones continuaron. Y ahí se comenzó a entrever la verdadera personalidad de Eichmann, de cuyo comportamiento se pueden entresacar repercusiones terribles para las sociedades occidentales actuales.
La
verdad es que en el juicio de Eichmann hubo un poco de pantomima, en el sentido
de que ya se sabía el final del juicio. De hecho, a nivel legal todo lo que
ocurrió con él fue extraordinario. Su detención en Argentina se saltó el
protocolo internacional, pero se pasó por alto porque ya se sabía quién era.
También es cierto que su papel en la Solución Final fue exagerado, debido a que
muchos de sus (ex)compañeros le culpabilizaron de todo lo que pudieron en
Nuremberg, así como al hecho de su constante relación con los representantes
judíos por ser el oficial alemán con más experiencia en los ‘asuntos judíos’;
pero ello no le quitaba ni un ápice a su responsabilidad real. Por su parte,
que no fuera ejecutor directo de tantas muertes tampoco le libraba de la
responsabilidad, pues como se dijo en el juicio «la responsabilidad moral y
jurídica de quien entrega la víctima al ejecutor material del delito es, en
nuestra opinión, igual, y en ocasiones mayor, que la responsabilidad de quien
da muerte a la víctima». Y ésta fue su principal acusación: el haber enviado
conscientemente a la muerte a miles de personas, aunque no fuera la mano
ejecutora.
En
este sentido, se le asociaba con los Einsatzgrappen
o batallones de fusilamiento (cuyos dirigentes eran de la élite de las SS pero
sus integrantes eran criminales o soldados a los que habían destinado ahí como
castigo), con la deportación de los judíos de los guetos de Varsovia a los
campos, sobre su parte de responsabilidad de lo que ocurría en los propios
campos de exterminio, así como en las condiciones de vida de los guetos y su
liquidación final. De todo ello se demostró que Eichmann estaba informado, pero
no había pruebas de su responsabilidad directa. Su papel se limitaba únicamente
en tanto que ‘especialista en transporte y emigración’. En el Este, donde la
brutalidad imperaba por doquier, no hacía falta un ‘especialista’ en los
asuntos judíos.
Destaco
un último y terrible punto. A lo visto, la idea de Hitler era poblar todos los
terrenos conquistados con población alemana. Para ello, era preciso previamente
‘evacuar’ a la población nativa (no sólo al pueblo judío). «Las medidas
adoptadas contra los judíos del Este no fueron únicamente el resultado del
antisemitismo, sino que formaban parte de una política demográfica global (…)».
Esto es, en el caso de que los alemanes hubieran acabado ganando la guerra,
todas las poblaciones nativas (polaca y demás) hubieran acabado igual. De
hecho, a los polacos se les distinguía con una P en un brazalete, análoga a la
Estrella de David de los judíos.
Y
el caso es que ante las matanzas iniciales en las zonas urbanas recién
conquistadas, incluso los propios oficiales alemanes protestaron. Protestaron porque
se mataba indiscriminadamente a civiles (población judía, intelectuales
polacos, clero, nobleza,…) tras las primeras líneas del ejército, lo que era
inhumano hasta para ellos. Fue entonces cuando cobró vigencia la idea de
concentrarlos en guetos, para poder ‘limpiar’ el territorio de aquel tipo de
personas, y luego enviarlas a los campos.
Como digo, a nivel legal no se le pudo acusar a Eichmann de tales delitos con las pruebas y los testigos presentados. Si los jueces hubieran actuado de otro modo, hubieran puesto en evidencia de modo flagrante la validez del proceso. Pero las pruebas y las acusaciones continuaron. Y ahí se comenzó a entrever la verdadera personalidad de Eichmann, de cuyo comportamiento se pueden entresacar repercusiones terribles para las sociedades occidentales actuales.
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